martes, 30 de octubre de 2018

Teresa de Cartagena y Saravia



Breve biografía de Teresa de Cartagena y Saravia (Burgos, hacia 1424- ¿?): la familia Cartagena estaba muy bien posicionada en el siglo XV y poseía una excelente biblioteca. Su abuelo, judío converso, llegó a ser obispo de Cartagena y después de Burgos. Teresa tuvo la oportunidad de formarse intelectualmente, incluso teológicamente, sobre todo cuando estuvo en Salamanca. Sufrió problemas de audición desde la niñez hasta la completa sordera en su juventud. Como mujer bien posicionada en la sociedad, su educación estaría dirigida a un buen casamiento (parece ser que hubo desposorio con el señor de Hormaza (Burgos), pero no contrato matrimonial) o a la vida monástica, siempre con la idea de llegar a lo más alto de la jerarquía religiosa femenina, cosa que no consiguió, posiblemente por culpa de su minusvalía*. Se piensa que en 1445 ya había ingresado en la Orden de Santa Clara. Escribió Arboleda de los enfermos y Admiraçión Operarum Dey.

Dicho esto, voy comentar un artículo que salió sobre ella en el mes de agosto, concretamente en el periódico digital de ABC. Su título y contenido me sorprendió (aunque cuando se habla de feminismo y género nada me debería de sorprender):



No desmitificaré lo del odio a los conversos y lo de que las mujeres eran malditas por el hecho de nacer mujer porque sería una entrada demasiado larga, en cambio sí hablaré de la minusvalía y su relación con las posesiones diabólicas porque la autora del artículo insiste varias veces sobre ello.  

Estamos en un tiempo, la Edad Media, donde se cree en milagros y signos; todavía no hay una forma lógica para explicar ciertos hechos. Es una época donde también se va luchando contra las supersticiones. Ya en la Baja Edad Media se considera que ciertas enfermedades y deficiencias mentales se deben a causas naturales. Sin embargo todavía los teólogos achacan determinados padecimientos o minusvalías a un castigo o al abandono de Dios por llevar una vida pecaminosa o poco ejemplar. También piensan que otra de las causas de sufrir esas enfermedades se debe al contacto con el demonio. Será sólo la locura con acciones violentas la que se marque como posesión diabólica. Si además, en un ataque de locura, se perdía una facultad sensorial o se presentaba una enfermedad no hay duda de que es cosa del demonio. El exorcismo es la única posibilidad de cura, que suele pedir la familia o el mismo "endemoniado". Pero al mismo tiempo se da el caso contrario: determinadas "locuras" pueden tener tintes religiosos (propio de santos), y, por ejemplo, en el caso concreto de la ceguera se considera una "virtud" para alcanzar el cielo. 

Y ahora hablaré algo de sus dos obras:

1. Arboleda de los enfermos: la escribe para consolar a los enfermos, para que se resignen ante la enfermedad, aunque también es un buen camino para llegar a la sabiduría espiritual.

La obra levantó suspicacias entre algunos intelectuales de aquella época, por la profundidad de la misma. Pensaron que no había salido de su pluma (¿debido a su discapacidad?). 
Como ella misma escribe:

«Asý que, tornando al propósito, creo yo, muy virtuosa señora, que la causa porque los varones se maravillan que muger aya hecho tractado es por non ser acostumbrado en el estado fimíneo, mas solamente en el varonil

Hablar de plagio, como se dice en el artículo del ABC, es anacrónico, teniendo en cuenta que en la Edad Media había obras que se reelaboraban, se inspiraban en otras o se copiaban tal cual (en 1481 Pedro López de Trigo copia los trabajos de Teresa). Pero leamos lo que ella misma nos dice:

«Pues la ispirençia me faze çierta e Dios de la verdad sabe que yo no ove otro Maestro ni me consejé con otro algund letrado, ni lo trasladé de libros, commo algunas personas con maliçiosa admiraçión suelen dezir»

2. Admiraçión Operarum Dey: esta obra la escribió para defender su  autoría de "Arboleda de los enfermos". Afirmará que Dios tiene poder para que ella pueda escribir obras profundas y de calidad. Será un alegato a la capacidad de las monjas a escribir obras teológicas gracias al aislamiento del mundo no sólo conventual, sino también gracias, en su caso particular, a su sordera: ella misma dirá que hasta ese momento no había habido ningún otro precedente. Las religiosas estarían, por tanto, más predispuestas a ese tipo de escritura que el resto de mujeres.

Por supuesto, afirmar que "Admiraçión Operarum Dey" es una de las grandes obras feministas del siglo XV es pasarse de frenada. Leamos lo que escribe en ella sobre las mujeres:

«E paresçe acaesçer al entendimiento, memoria y voluntad lo que acaesçe a algunas mugeres comunes que salen de su casa a menudo e andan vagando por casas ajenas, las quales, por esta mala costunbre, se fazen asy nigligentes e perezosas en el exerçiçio fimíneo e obras domésticas e caseril, que ellas por esto no valen más e su hazienda e casa valen menos.»

«E por este mismo respeto creo yo quel soberano e poderoso Señor quiso e quiere en la natura humana obrar estas dos contrariedades, conviene a saber: el estado varonil, fuerte e valiente, e el fimineo, flaco e delicado. Ca los varones con su fuerça e ánimo e suficiencia de entendimiento conservan e guardan las cosas de fuera, e asý en procurar e tratar e saber ganar los bienes de fortuna como regir e gobernar e defender sus patrias e tierras de los enemigos e todas las otras cosas que a la conservación e provecho de la república se requiere, e por consiguiente a sus particularidades haziendas e personas; para lo qual, mucho conviene y es menester que sean robustos e valientes, de grande ánimo e aún de grandes e de muy elevados entendimientos. E las fenbras, asy como flacas e pusilánimes e no sofridoras de los grandes trabajos e peligros que la procuraçión e gobernaçión e defensión de las sobredichas cosas se requieren, solamente estando inclusas o ençercadas dentro en su casa, con su industria e trabajo e obras domésticas e delicadas dan fuerça e vigor, e sin dubda non pequeño subsidio a los varones

«conviene a saber: no ser usado en el estado fimíneo este atto de conponer libros e trattados»



Notas: 
* Tener alguna deficiencia era una traba para alcanzar metas, e incluso restaba valor a los testimonios ante la justicia.



Bibliografía:

  • Ahn, María: Enigmas de identidad: ¿Lamias, estriges o brujas? En de Lamiis et Pythonicis mulieribus y otros tratados demonológicos del siglo XV. Anuari de filología. Antiqva et Mediaevalia (Anu.Filol.Antiq.Mediaeualia)   3/2013,  pp.  1-23.
  • Álvarez Ramírez, Gloria Esperanza: El régimen jurídico público de la discapacidad. Tesis. 2009.
  • Bravo García, Antonio: El diablo en el cuerpo: procesos psicológicos y demonología en la literatura ascética bizantina (Siglos IV VII).
  • Cortés Timoner, Mª Mar: «Fue levado mi entendimiento»: Teresa de Cartagena y la escritura mística en femenino. SCRIPTA, Revista internacional de literatura i cultura medieval i moderna,  núm. 8 / desembre 2016 / pp. 148-163.
  • Fortea, José Antonio: Summa Daemoniaca. Tratado de demonología  y manual de exorcistas. 2012
  • Kim, Yonsoo y Carvajal Jaramillom, Ana María: La codificación de la espiritualidad femenina de  Teresa de Cartagena y Santa Teresa de Ávila. eHumanista 32 (2016): 69-84.
  • León Aguado Díaz, Antonio: Historia de las deficiencias. 1995.
  • Majuelo Apiñániz, Miriam: Teresa de Cartagena. La obra de una mujer castellana del siglo XV. Tesis Doctoral. 2008.
  • Muñoz Tirado, José: Teresa de Cartagena, la defensa intelectual de la mujer.   Tesis, 2016-2017.
  • http://www.mariamilagrosrivera.com/ineditos/documentacion-teresa-cartagena/


miércoles, 17 de octubre de 2018

Novelas: Trilogía Martín Ojo de Plata

Veamos los errores e inexactitudes que se comenten en las novelas Martín Ojo de Plata, de Matilde Asensi

*La mujer:

-Sometida.



La mujer casada encerrada en casa para el resto de su vida es un mito (ver la entrada Libertad femenina en el Siglo de Oro). Y considerar que estaban sometidas a una humillante esclavitud no deja de ser una apreciación, melodramática, poco objetiva, de historiador del siglo XIX. La mujer al casarse, si bien pasaba a la tutela del marido, no perdía ni su hacienda, ni su propio gobierno ni su propia voz. Tendrá poder administrativo y de organización. Aunque, por supuesto, dependerá del ámbito y condiciones sociales y de las circunstancias del momento desde donde ella se mueva.

-Educación.

La idea de la mujer del Siglo de Oro "amita de casa", es decir, que solo se le enseñaba a coser y a cocinar, también es muy decimonónica. Una joven de ciudad y bien posicionada sabría como mínimo leer.  

-Tapadas:

Naturalmente, las viudas no llevaban el rostro tapado. Y por ahora no he encontrado datos en los que se considerara «poco decoroso que una mujer se mostrara frente a un grupo de hombres extraños aunque estuviera en su propia casa.» 

*La Inquisición:

-Cruel.
No hay sorpresas: es fanática, irracional, obsesa... Los inquisidores (no todos eran dominicos) estaban formados intelectualmente (era una élite) tanto en derecho civil como canónico. Debían ser piadosos, justos y conseguir la salvación del reo, es decir, trataban de corregir las actitudes heréticas. Que los hubo bestias, pues sí. 

-Calabozos. Adulterio.


Solo en el caso de delitos muy graves se utilizaban las cárceles. A la mayoría se les aplicaba el arresto domiciliario .

El delito de adulterio competía a los tribunales civiles o eclesiásticos, no al de la Inquisición.

-Simple fornicación. Desconocimiento de las oraciones. 


La simple fornicación hacía referencia a las relaciones sexuales entre un soltero y una soltera (la simple fornicación matrimonial no existe): La iglesia  "persiguió", junto con la bigamia, a quien dijera que las relaciones sexuales fuera del matrimonio no eran pecado mortal. Después de la Contrarreforma hay un aumento considerable de la labor pastoral para catequizar a la población, sobre todo en aquellos lugares "dejados de la mano de Dios". A partir de 1573 mantener esta postura, sobre todo en las zonas donde tenía más fuerza el luteranismo, se la consideró una herejía. Por tanto, no "perseguía" la relación sexual en sí misma (que era pecado), sino la herejía, es decir, desligar el pecado (desobediencia a Dios) de todo carácter punitivo. 

Desconocer las oraciones se daba sobre todo en las zonas rurales, que recibían visitas de religiosos de Pascuas a Ramos. En estos casos simplemente se catequizaba al ignorante.

-Lazarillo de Tormes:

Se prohibió su publicación en el Índice de Valdés, mientras que en el Índice de Quiroga, aparece como expurgado, es decir, se podía publicar pero censurado. 

-Concubinato.

La Inquisición no se ocupaba de los religiosos amancebados, ni antes y ni después de la fecha en que está ambientada la novela. Serán los tribunales civiles o los eclesiásticos los que se hagan cargo de ello. Por supuesto, no había condena a la hoguera.

-Curanderas.

Sabemos que el Santo Oficio no quemaba a las brujas, y mucho menos a las curanderas. A estas se las juzgaba cuando utilizaban la hechicería y la adivinación ilícita siempre y cuando iba asociada una herejía. 

*Costumbres morales:
 
Este tipo de explicaciones en una novelas (e incluso en artículos serios de investigación), me hacen bastante gracia, además de parecerme innecesario.  En cualquier religión, el fin del matrimonio era tener hijos, sí o sí. Y la mujer tenía que ser fiel, sí o sí. No eran "manías" exclusivas de la católica. 


Ver también:


Bibliografía (una pequeña muestra de los trabajos consultados):
  • Alfaro, Ana E.: La mujer y la administración: Ayer y hoy.
  • Almillo Álvarez, Roció: Hechicería y brujería en Andalucía en la Edad Moderna.
  • Comella, Beatriz: La Inquisición española.
  • Chavarría Múgica, Fernando: Mentalidad moral y Contrarreforma en la España Moderna.
  • Cerrón Puga, Mª Luisa: La censura literaria en el index de Quiroga (1583-1584)
  • Egido, Aurora y Laplana, José Enrique: Saberes humanísticos y formas de vida. Usos y abusos.
  • García Fuentes, J. Mª: Inquisición y sexualidad en el reino de Granada en el siglo  XVI.
  • Juderías, Julian: La Leyenda Negra.
  • Henry, Kamen: La Inquisición española.
  • Londoño, Marcela: La devoción supersticiosa en el índice de Valdés: la oración de la emparedada.
  • López Picher, Mercedes: Magia y sociedad en Castilla en los siglos XVI Y XVII.
  • Muguruza Roca,  Isabel: Género y sexo en los confesionales de la Contrarreforma. Los pecados de las mujeres en el manual de confesores y penitentes de Martín de Azpicueta.
  • Schwartz, Stuart B.: Pecar en las colonias. Mentalidades populares, Inquisición y actitudes hacia la fornicación simple en España, Portugal y las colonias americanas.
  • Varios autores: Vivir en el Siglo de oro.
  • Bibliografía:
  • Almillo Álvarez, Roció: Hechicería y brujería en Andalucía en la Edad Moderna.
  • Chavarría Múgica, Fernando: Mentalidad moral y Contrarreforma en la España Moderna.
  • Cerrón Puga, Mª Luisa: La censura literaria en el index de Quiroga (1583-1584)
  • Egido, Aurora y Laplana, José Enrique: Saberes humanísticos y formas de vida. Usos y abusos.
  • García Fuentes, J. Mª: Inquisición y sexualidad en el reino de Granada en el siglo  XVI.
  • Londoño, Marcela: La devoción supersticiosa en el índice de Valdés: la oración de la emparedada.
  • López Picher, Mercedes: Magia y sociedad en Castilla en los siglos XVI Y XVII.
  • Muguruza Roca,  Isabel: Género y sexo en los confesionales de la Contrarreforma. Los pecados de las mujeres en el manual de confesores y penitentes de Martín de Azpicueta.
  • Schwartz, Stuart B.: Pecar en las colonias. Mentalidades populares, Inquisición y actitudes hacia la fornicación simple en España, Portugal y las colonias americanas.
  • Varios autores: Vivir en el Siglo de oro.