martes, 5 de diciembre de 2017

INDUMENTARIA DE ESTAR POR CASA. MUJERES.

1667. La emperatriz Margarita Teresa, Jan Thomas Kunsthistorische Museum, Viena (Imagen obtenida aquí)

Alguna vez me han preguntado si las mujeres de la nobleza del siglo XVI y del XVII iban siempre vestidas con los trajes con los que aparecen en los cuadros, en una pose que se nos antoja rígidos maniquíes. Lógicamente contesto que no. Esta idea de que las damas iban de punta en blanco durante todo el santo día se ha extendido, además, «gracias» a las series de televisión y a las películas.

Emperatriz Isabel, Tiziano, Museo del Prado (detalle)

También me suelen preguntar si les sería fácil moverse, o si el uso de los cartones de pecho deformaría el cuerpo de las niñas.

Hacia 1575. Las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, Museo del Prado, Madrid

A la primera pregunta contesto que en los retratos de Corte las damas llevarían esos trajes sólo para aquellos momentos en los que tendrían que mostrar todo su poderío, así como para eventos y fiestas donde no tuvieran que moverse mucho. O simplemente para posar ante el pintor. Hay que tener en cuenta que las telas eran caras y difíciles (o imposibles) de lavar como para utilizarlas en la vida diaria.

1660-70. Ines Zúñiga, Carreño, Museo Lázaro Galdiano (imagen obtenida aquí)

En cambio, en el día a día, para estar por casa, para recibir visitas o realizarlas, tanto las mujeres adultas como las niñas, vestirían con prendas mucho más cómodas, asequibles y lavables. 

Estas ropas serían:

Ropa de levantar, que era un vestido holgado y abierto que se utilizaba sobre todo para levantarse de la cama:

María Magdalena, José Leonardo, Catedral de Santa María Magdalena, Getafe, Madrid (detalle) (imagen obtenida aquí)

Cuerpo (sin cartón de pecho) y  basquiña (sin verdugado o guardainfante):

Hacia 1610. Un caballero de Santiago y su esposa, atribuido a Luis Tristán, Franckfort, Kentucky University (detalle) (imagen obtenida aquí)

Brígida del Río, la barbuda de Peñaranda, Juan Sánchez Cotán, 1590, Museo del Prado, Madrid


En cuanto a la segunda pregunta, es cierto que el peso de las telas y de los adornos junto con el cartón de pecho, el cuello de lechuguilla y los chapines no ayudaría a echarse unas carreras, pero tampoco debía de ser muy difícil llevarlas, e incluso danzar con ellas. Desde muy pequeñas se acostumbraban a llevarlas y aprendían a moverse sobre los chapines. Por supuesto, el uso del cartón de pecho no tendría por qué deformar el cuerpo de las niñas ya que su uso sería limitado. 

Primera mitad del siglo XVII. Abigail y David, círculo de Juan de la Corte (detalle)


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