lunes, 21 de enero de 2013

EL EROTISMO DE GÓNGORA

Góngora y sus poemas eróticos (o al menos alguno de los que se le han atribuido):

1. A un caballero que, estando con una dama, no pudo cumplir sus deseos.

         
        Con Marfisa en la estacada
        entrastes tan mal guarnido,
        que su escudo, aunque hendido,
        no le rajó vuestra espada.
        ¿Qué mucho, si levantada
        no se vio en trance tan crudo,
        ni vuestra vergüenza pudo
        cuatro lágrimas llorar,
        siquiera para dejar
        de orín tomado el escudo?


El siguiente romance es delicioso. Góngora acabará ofreciendo una mesa con excelentes manjares, entre ellos las turmas, es decir, criadillas. El Romance es largo pero vale la pena leerlo entero. He destacado en negrita la parte que nos interesa.

2. Diez años vivió Belerma

 Diez años vivió Belerma
Con el corazón difunto
Que le dejó en testamento
Aquel francés boquirrubio.


 Contenta vivió con él,
Aunque a mí me dijo alguno
Que viviera más contenta
Con trescientas mil de juro.


 A verla vino doña Alda,
Viuda del conde Rodulfo,
Conde que fue en Normandía
Lo que a Jesu Cristo plugo;

 Y hallándola muy triste
Sobre un estrado de luto,
Con los ojos que ya eran
Orinales de Neptuno,


 Riéndose muy despacio
De su llorar importuno,
Sobre el muerto corazón
Envuelto en un paño sucio,


 Le dice: «Amiga Belerma,
Cese tan necio diluvio,
Que anegará vuestros años
Y ahogará vuestros gustos.


 Estése allá Durandarte
Donde la suerte le cupo;
Buen pozo haya su alma,
Y pozo que esté sin cubo.


 Si él os quiso mucho en vida,
También le quisistes mucho,
Y si tiene abierto el pecho,
Queréllese de su escudo.


 ¿Qué culpa tuviste vos
De su entierro, siendo justo
Que el que como bruto muere,
Que le entierren como a bruto?          


 Muriera él acá en París
A do tiene su sepulcro,
Que allí le hicieran lugar
Los antepasados suyos.

Volved luego a Montesinos
Ese corazón que os trujo,
Y enviadle a preguntar
Si por gavilán os tuvo.
 

Descosed y desnudad
Las tocas de lienzo crudo,
El mongilón de bayeta
Y el manto basto peludo;


Que aun en las viudas más viejas,
Y de años más caducos
Las tocas cubren a enero
Y los monjiles a julio;


Cuánto más a una muchacha
Que le faltan días algunos
Para cumplir los treinta años,
Que yo desdichada cumplo.


Seis hace, si bien me acuerdo,
El día de Santiñuflo,
Que perdí aquel mal logrado
Que hoy entre los vivos busco.


 Holguéme de cuatro y ocho
Haciéndoles dos mil hurtos,
A las palomas de besos
Y a las tórtolas de arrullos.


 Sentí su fin, pero más
Que muriese sin ver fruto,
Sin ver flujo de mi vientre,
Porque siempre tuve pujo;


 Mas no por eso ultrajé
Mi buena tez con rasguños,
Cabal me quedó el cabello,
Y los ojos casi enjutos.


 Aprended de mí, Belerma,
Holguémonos de consuno,
Llévese el mar lo llorado,
Y lo suspirado el humo.


 No hiléis memorias tristes
En este aposento oscuro,
Que cual gusano de seda
Moriréis en el capullo.


Haced lo que en su fin hace
El pájaro sin segundo,
Que nos habla en sus cenizas
De pretérito y futuro.


Llorad su muerte, mas sea
Con lagrimillas al uso;
De lo mal pasado nazca
Lo por venir más seguro.


 Pongámonos a la par
Dos toquitas de repulgo,
Ceja en arco, y manos blancas,
Y dos perritos lanudos.


Yedras verdes somos ambas,
A quien dejaron sin muros
De la Muerte y del Amor
Baterías e infortunios.


Busquemos por do trepar,
Que a lo que de ambas presumo
No nos faltarán en Francia
Pared gruesa, tronco duro.


La iglesia de San Dionís
Canónigos tiene muchos,
Delgados, cariaguileños,
Carihartos y espaldudos.


Escojamos como peras
Dos déligos capotuncios,
De aquestos que andan en mulas,
Y tienen algo de mulos;


 Destos Alejandros Magnos,
Que no tienen por disgusto
Por dar en nuestros broqueles,
Que demos en sus escudos.


 De todos los Doce Pares
Y sus nones abrenuncio,
Que calzan bragas de malla,
Y de acero los pantuflos.


¿De qué nos sirven, amiga,
Petos fuertes, yelmos lucios?
Armados hombres queremos,
Armados, pero desnudos.


 De vuestra Mesa Redonda
Francos paladines huyo,
Donde ayunos os sentáis
Y os levantáis más ayunos.


La de cuatro esquinas quiero,
Que la ventura me puso
En casa de un cuatro picos,
De todos cuatro picudo;


Donde sirven la Cuaresma
Sabrosísimos besugos,
Y turmas en el Carnal,
Con su caldillo y su zumo».


Más iba a decir doña Alda,
Pero a lo demás dio un nudo,
Porque de don Montesinos
Entró un pajecillo zurdo.


Se le ha atribuido este poema:

3.
Decid qué es aquello tieso
con dos limones al cabo,
barbado a guisa de nabo,
blando y duro como hueso;
de corajudo y travieso
lloraba leche sabrosa:
¿qué es cosa y cosa?
¿Qué es aquello que se lanza
por las riberas del Júcar?
Parece caña de azúcar,
aunque da botes de lanza;
hiere, sin tomar venganza
de la parte querellosa;
¿qué es cosa y cosa?
 Aquel ojal que está hecho
junto de Fuenterrabía,
digáisme, señora mía:
¿cómo es ancho siendo estrecho?
Y ¿por qué, mirando al techo,
es su fruta más sabrosa?
¿qué es cosa y cosa?
 ¿Por qué vuela pico a viento,
y sin comer hace papo?
¿Por qué, cuanto más le atapo,
más se abre de contento?
Y, si es tintero de asiento,
¿cómo bulle y no reposa?

¿qué es cosa y cosa?

Y los siguientes:

4.
Escojamos como en peras
dos déligos capotuncios,
de aquéstos que andan en mulas
y tienen algo de mulos;
destos Alejandros Magnos,
que no tienen por disgusto,
por dar en nuestro broqueles,
y demos en sus escudos.
A dar, pues, se parte el bobo
estocadas y reveses
y tajo, orilla el Tajo,
en mil hermosos broqueles.



5.

¿Hay quien compre un juguete
que ni hiere, ni mata, ni pica, ni muerde?
Yo le vendo por travieso
y no porque a nadie ofende;
es alegre y juguetón
y por las niñas se pierde;
niñas, guardaos de enojalle
que vive Dios que arremete,
y cuando estéis más seguras
por vuestros postigos entre.


Enlace de interés en este blog:

EL HUMOR DE GÓNGORA 

Bibliografía:

  • Alzieu, Pierre , Jammes, Robert , Lissorgues, Yvan: Poesía erótica del Siglo de Oro. Editorial Crítica. 1984. 
  • Barbadillo, Joaquín López; Sánchez Alvarez-Insúa, Alberto; Labrador Ben, Julia María: Cancionero de amor y de risa en que van juntas las más alegres, libres y curiosas poéticas eróticas del parnaso español, muchas jamás impresas hasta ahora y las restantes publicadas en rarísimos libros. Ediciones Espuela de Plata, Sevilla: 2007.
  • Díez Fernández, J. Ignacio: Compilar y desleír la poesía erótica de los Siglos de Oro: los cancioneros de Amancio Peratoner. Universidad Complutense
  • Poesías escogidas de D. Luis de Góngora y Argote, dadas á luz, corregidas y aumentadas con varias inéditas por D. Luis María Ramírez y las Casas-Deza, entre los Árcades Ramilio Tartesíaco. Córdoba: Imprenta de Noguér y Manté, 1841.

martes, 15 de enero de 2013

EL JUBÓN de hombre

Prenda que se consideraba interior. 
Apareció poco antes de 1370 junto con la jaqueta. 
Procedió de una prenda militar llamada jubón de armar, que era una especie de camisa que se llevaba encima de la camisa propiamente dicha y debajo del arnés para así proteger la piel.

  ¿Jubón de armar debajo de una saya hendida? 
1200. Disputa y prendimiento de Santa Catalina, Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona (detalle)

El jubón se unió a las calzas por medio de las agujetas (cintas de cuero que tenían dos cabos de metal). Al principio fueron de manga larga. Sobre él se colocaba la jaqueta o la cota o la cotardía. Carecía de “haldas” (faldillas).

 Jubón unido a las calzas por medio de agujetas. 
Después de 1490. Acacio y los 10.000 mártires en el monte Ararat, Francisco Gallego, Museo Meadows, Universidad Metodista del sur, Dallas, EEUU (detalle)

Como fue una prenda semiinterior no se podía mostrar en público. Ir en jubón y calzas era ir “desnudo”, lo que ahora diríamos “ir en paños menores”. En las representaciones iconográficas a los sayones o verdugos se les solía representar así, a modo de burla (además de caricaturizar el rostro).

 Hombre desnudo: en jubón y «calzas». El jubón está abotonado y forrado de algodón, con collar y ribetes de diferente tela al resto de la prenda. 
H. 1400-20. La flagelación de Cristo, Luis Borrassa, Museo de Goya, Zaragoza (detalle)

El jubón se hacía de paño, aunque con el tiempo se empezó a usar telas más ricas. Por la cara interna se llegó a forrar con lienzos, cañamazo y otras telas, y luego se rellenaba con algodón, estopa o con borra para darle rigidez e imitar de este modo las corazas militares. La prenda se amoldó a la forma del pecho.

Las mangas y el cuello (o collar) eran las únicas partes de la prenda que se podían enseñar, eso permitía hacer jubones con cuerpo sencillo pero con mangas y cuello de tela más rica e incluso de distinto color.

La dificultad a la hora de confeccionar los jubones dio lugar, a finales del siglo XIV, a la aparición del jubonero que también haría las jaquetas

  Jubón azul con bordes de puño y collar ribeteados en negro; encima ropa corta o jaqueta roja. 
H.1399-1421. Entierro de San Pedro, Pedro Lembri, Musée des Beaux-Arts, París (detalle)


Distintos tipos de jubones: con mangas anchas, mangas estrechas. 
H. 1410-1420. Retablo de San Jorge, Andrés Marzal de Sax, Victoria and Albert Museum Giorgio, Londres (detalle) (imagen obtenida aquí)


Jubón rojo con puños con forma de  embudo (sólo de moda entre 1390 y 1410); collar alto. Encima jaqueta azulón con mangas abiertas. 
Finales del XIV-principios del XV, Los Reyes Magos delante de Herodes, anónimo (detalle)

Atribuido a Juan Reixach, activo entre 1460-80 (detalle) (mercado del arte)

  Manga del jubón negro saliendo por la manga de la Ropa de a cuerpo, con una estrecha abertura sujeta con cordones que deja ver la manga de la camisa, al estilo italiano. Collar alto. 1460, San Abdón y San Senén, Jaime Huguet, retablo de Santa María de Tarrasa, Barcelona, España (detalle)

Jubón con manga bicolor y musequies.  
1510-1520. Martirio San Sebastián, Juan Ramírez, Museo de Bellas Artes de Granada, España (detalle)

El collar en la última década del siglo XIV cubría todo el cuello. Aunque a finales de siglo el collar casi deja de asomar por el escote. En 1500 desaparece.

Collar alto del jubón rojo con agujetas (gracias a Bonifacio, autor de Los caballeros medievales en el arte, he posido comprobar que son agujetas lo que a mí me parecía tiras decorativa (ver aquí su explicación).Encima lleva sayo sin mangas y un tabardo. Marqués de Santillana, Maestro de Sopetrán, H. 1470, Museo del Prado, Madrid, España (detalle)


Jubón con collar muy alto. 
H. 1470-80. Biblioteca Libro del Caballero Zifar, Nacional de París, Francia (detalle)


Jubones sin mangas.
1485. La flagelación, Martín de Soria,  Iglesia de San Salvador, Museo Diocesano de Huesca, España (detalle)


En el siglo XV el jubón podía llevar brahones.

Siglo XV. Flagelación, predela Pasión de Cristo, iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Agreda, Soria, España (detalle)

A partir del siglo XVI el jubón no lleva collar e incluso podía no llevar mangas. El borde inferior se alarga apareciendo unas faldillas. 
En el XVII se atará a los calzones.


Juicio a San Vicente ante Daciano, anónimo, XVI, Iglesia de San Vicente Mártir, Peñalba de Ávila, Ávila, España (detalle)

Jubón con mangas acuchilladas. 
 XVI. La flagelación, escuela española, ¿Musée des Beaux-Arts?, París, Francia (detalle)

Martirio de San Hermenegildo, anónimo flamenco, XVI, Museo Bellas Artes de Granada, España (detalle)

Los brahones seguirán usándose hasta el siglo XVII: 

Jubón con brahones y greguescos o calzón. 
H. 1570. Veintiún libros de los ingenios y de las máquinas, atribuido a un Pseudo-Juanelo Turriano, fol.60v, Biblioteca Nacional de Madrid (detalle)

Jubón estofado fue un tipo de coleto (se sabe que derivó de él), se forraba o acolchaba con lienzo y cañamazo, o con algodón (o borra) y cañamazo; protegía el cuerpo de las armas blancas.

1555-59, Príncipe don Carlos, Sánchez Coello, Museo del Prado, Madrid, España (detalle)


El Jubón cortesano: iba siempre debajo de la ropilla o de la cuera o coleto. La tela usada era rica y solía conjuntar con la prenda de encima.

  Coleto sobre jubón del que sólo se ven las mangas. 1608-17, El archiduque Leopoldo, Bartolomé González, Museo del Prado, Madrid, España (detalle)


El jubón acuchillado fue moda cortesana, pero los rufianes y los villanos también acuchillaron los suyos para seguir la moda.

  H. 1627. Los tres músicos, Diego de Velázquez, Staatliche Museen, Gemäldegalerie Berlín, Alemania (detalle)


Con mangas de quita y pon. 
H. 1610-15. Martirio de San Andrés, Juan de Roelas, capilla de Santo Tomás, Sevilla, Museo de Bellas Artes de Sevilla, España (detalle)


Jubón con mangas holgadas y con pasamanos. Encima ropilla. 
1626. La Gallinera, Alejandro de Loarte, Museo del Prado, Madrid, España (detalle)



Hubo otro jubón que era similar a la camisa, hecho con la misma tela, y sin mangas. Y otro, que se llevó sobre todo en el siglo XVII, de corte sencillo que usaba el hombre común, sin forrar. Las mangas se podían sujetar  al borde de los hombros en algún punto o quedaban parcialmente descosidas. 


  Forma de sujetar las mangas al jubón. 
1608. Estampa de Francisco Villamena, Brawl de Bruttobuono (detalle)

La mujer, a mediados del siglo XVI, incluye en su vestuario el jubón, pero será una prenda exterior


Enlaces relacionados en este blog:

Bibliografía
  • Astor Landete, Marisa: Indumentaria e Imagen. Valencia en los siglos XIV y XV, Valencia.1999.
  • Bernis Madrazo, Carmen: Indumentaria Medieval Española, Instituto Diego Velázquez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 1956.
  • Bernis Madrazo, Carmen: Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos2. Los Hombres. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC 1975.
  • Bernis Madrazo, Carmen: Indumentaria española en tiempos de Carlos V. Madrid: Instituto Diego Velázquez (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC), 1962.
  • Bernis Madrazo, Carmen: La moda en la España de Felipe II a través del retrato de corte. En el catálogo de la exposición Alonso Sánchez Coello y el retrato en la corte de Felipe II. Madrid: Museo del Prado. 1990.
  • Bernis Madrazo, Carmen: El traje y los tipos sociales en el Quijote. Madrid: Visor, 2001.
  • Soláns Soteras, María Concepción: La moda en la sociedad aragonesa del siglo XVI.  Institución “Fernando el Católico” (C.S.I.C.). Colección Estudios. Zaragoza. 2009. 








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