martes, 29 de mayo de 2012

EL HUMOR DE GÓNGORA




A LA VIDA DE LOS HIDALGOS POBRES QUE SIGUEN LA CORTE


            Al pie de un álamo negro,
            y, más que negro, bozal,
            pues ha tanto que no sabe
            sino gemir o callar,
           algo apartado de Esgueva,
            porque el sucio Esgueva es tal
            que ni aun los álamos quieren
            dalle sus pies a besar,
            estaba, en lo más ardiente
           de un día canicular,
             entre dos cigarras que
            le cantan el sol que fa,
            un miércoles de ceniza
            vestido de humanidad,
            a cuya mesa ayunaran
            los martes de carnaval:
            un hidalgo, introduciendo,
            en las cuchilladas, paz,
            de un follado incorregible,
            puesto que mayor de edad;
            que la vejez de unas calzas
            desgarros contiene más
            que la juventud traviesa
            del cantado Escarramán.
           Repararlas pretendía,
            si se pueden reparar
            cuchilladas tan mortales,
            con una aguja no más.
            ¡Mecánica valentía!,
            bien que su temeridad
            lo va entrando en un confuso
            laberinto criminal,
            donde fincará, no obstante
            que con fin particular
           envaine su dedo el mismo
            dedalísimo dedal,
            porque le ha mentido el hilo
            y ha de quedarse, o andar
            requiriendo a fojas ciento
           las verdes bragas de Adam.
           (…)

     

Publican en la prensa de hoy que ha aparecido un breve manuscrito inédito de Góngora. De él dice su descubridora que “Estamos acostumbrados a leer a un Góngora severo y serio; esa imagen se va a diluir. En este documento se nos aparece un Góngora simpático y guasón, más cercano al estilo que marca en sus poemas”.

Podemos creer que fue severo y serio viendo la cara de palo con el que le retrataron, pero...


Enlace de interés en este blog:

EL EROTISMO DE GÓNGORA




Mingote

domingo, 27 de mayo de 2012

LAS CALZAS (II) en el hombre de la Baja Edad Media

A partir de los años 70 del siglo XIV es cuando las calzas enteras se muestran, por eso de las modas, un poco más arriba de los muslos, por lo que se vuelvan más sofisticadas al permitir lucir más pierna. 
Se sigue usando el cañamazo para forrar el interior y ajustarla. El porte del hombre será muy elegante. Posiblemente se sigue uniendo al braguero, que se une también a la braga (para complementar el estudio de las calzas ver: la bragueta)
El extremo del pie de la calza se alarga, quedando su extremo puntiagudo. A  final de la centuria es muy exagerado.


Calzas italianas (ver más adelante), puntiagudas y soladas. Último tercio del XIV-principios del XV. Los reyes magos delante de Herodes, Museo Episcopal de Vic (detalle)

Calzas  solada con puntas muy largas (al final del siglo XIV se exageraron mucho en toda Europa mientras en España fue bastante raro). Retablo de San Martín de Tours, Benito Arnaldi, principios XV, Iglesia de San Félix de Gerona, Torralba de Ribota, Zaragoza (detalle) (imagen obtenida enpintura-gotica-aragon.blogspot.)

La gente modesta siguió llevando las medias-calzas nunca ajustadas a la pierna. Con el tiempo éstas darían lugar a unas medias más sofisticadas que harán conjunto con las bragas (Calzas-bragas) y que acabarán siendo usadas por la gente de Corte en unión con las Calzas propiamente dichas.

«Calzas enteras» enrolladas por debajo de la rodilla. Retablo de la capilla funeraria de los Ayala en Quejana (Álava), Anónimo, hacia 1396, Art Institute, Chicago (detalle) (imagen obtenida de renzo dionigi)

A comienzos del siglo XV calzas y bragas siguen formando conjunto, aunque son dos piezas independientes. 

Calzas unida a la braga con unos cordeles. Retablo de San Jorge, Gonzalo Peris Sarria, 1420-23, Museo Municipal de Jérica, Castellón (detalle) (imagen de Juanbanjo)

Ahora bien, las calzas empezaron a cubrir la braga, para lo cual se unieron directamente al jubón gracias a la ayuda de las agujetas que se metían por unos ojetes hechos en ambas prendas.

Calzas negras descosidas dejando visible las bragas blancas. Mediados del XV. Officcia Sanctorum, Martirio de San Esteban, atribuido a Leonardo Crespí, archivo del Cabildo de la Catedral de Valencia (detalle)

Calzas de punta redonda unida al jubón por ligas.  La flagelación de Cristo, Luis Borrassá, hacia 1400-20, Museo Goya, Castres, Francia (detalle) (imagen obtenida aquí)

Al unirse el jubón y las calzas enteras, y el hecho de que la jaqueta y la ropa se acorten más aún dejando más visible la parte superior de los muslos, aparece la bragueta (ver algunas de las imágenes anteriores y posteriores donde se observa el parche que daría lugar a este complemento).

Leyenda de San Miguel, Miguel Alcañiz, 1421, Museo de Bellas Artes de Lyon (detalle)

Jaqueta sin mangas y escote amplio; con la falda muy corta y plegada. Entre el siglo XIV y XV. Milagro de San Eloy, retablo Mayor de la Iglesia de San Félix, Játiva. (detalle) (imagen obtenida de: www.seudexativa.org/Patrimonio_Artistico)

A finales del XV las dos piernas independientes de las calzas enteras se coserán definitivamente a modo de leotardos, ajustándose al talle mediante una atadura de cordón de cuero o hilo trenzado que pasaban por unos ojales. Se mantiene el nombre de  calzas-enteras.

La moda de los extremos puntiagudos se sigue estilando durante los años 1400 hasta 1410, volviendo a aparecer entre 1450 y 1465.

Calzas soladas con las puntas muy puntiagudas.  Marqués de Santillana, Jorge Inglés, 1455, retablo de los Duques del Infantado, capilla hospital de Buitrago, Madrid (detalle)

El pie podía ir completamente cubierto o se dejaba al aire al terminar la calza en una tira.

Acacio y los 10.000 mártires en el monte Ararat, Francisco Gallego, después de 1490, Museo Meadows, Universidad Metodista del sur, Dallas, EEUU (detalle)

Calzas italianas, con borceguíes. Nuestra Señora de los Ángeles, anónimo, XV, La Yesa, Valencia (detalle).

De Alemania e Italia llegan a finales de siglo las calzas bigarradas o abigarradas: decoradas con tiras de distinto color o “bigarraduras”. Se buscaba el efecto vistoso y de técnicas de confección complicadas. El uso de la seda o el terciopelo fue habitual.
                                                                                  
Calzas bigarradas con pantufos. 1482-1502. Los príncipes muy excelentes de Castilla y Aragón, Cancionero, Pedro Marcuello, Recueil de Devotion de la Reine Isabelle d'Espagne, Museo Condé, Chantilly, Francia (detalle)

Algunas llevaban a la altura del tobillo bordados, cenefas con pedrería, broches, colgantes, etc.

Calzas con zapato abotinado. Calvario, anónimo, hacia 1300, Parroquia de Nuestras Señora de la Asunción, Valdanzo, Soria (detalle)

Se siguen usando las calzas soladas o de soleta que ya se llevaban desde el siglo XIII:


 Epifanía, Maestro de Velilla, hacia 1430-60, Iglesia de San Juan Bautista, Velilla de Jiloca, Zaragoza (detalle)  

La toma de hábito de Santo Tomás, Pedro Berruguete, 1500, Iglesia de Santo Tomé, Ávila (detalle)

Pero por lo general se llevaban con calzado: chinelas, alcorques, zapatos... 

Calzas con chinelas.  San Abdón y San Senén, Jaime Huguet, 1460, Iglesia de Santa María, Tarrasa, Barcelona (detalle)

Calzas con zapatos (obsérvese el parche que formaría la bragueta).  Decapitación de San Juan Bautista, retablo de San Juan Bautista, Maestro de Miraflores, 1490, Museo del Prado, Madrid  (detalle)


Para una mayor compresión del desarrollo que sufrieron las calzas y su terminología ver un resumen aquí.

Otros enlaces de interés en este blog:  



Bibliografía:

  • Astor Landete, Marisa: Valencia en los siglos XIV y XV. Indumentaria e Imagen. Colección "Estudis". Ayuntamiento de Valencia. 1999.
  • Bernis Madrazo, Carmen: Indumentaria medieval española. Instituto Diego Velázquez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 1956.
  • Bernis Madrazo, Carmen: Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos: II, Los hombres. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC 1975.
  • Bernis Madrazo, Carmen: Indumentaria española en tiempos de Carlos V. Madrid: Instituto Diego Velázquez (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC), 1962.
  • Sigüenza Pelarda, Cristina:  La vida cotidiana en la Edad Media: la moda en el vestir en la pintura gótica. La vida cotidiana en la Edad Media: VIII Semana de Estudios Medievales: Nájera, del 4 al 8 de agosto de 1997 / coord. por José Ignacio de la Iglesia Duarte, 1998.
  • Vestiduras ricas: el monasterio de Las Huelgas y su época, 1179-1340. Revista de la Subdirección General de Museos Estatales. Patrimonio Nacional. Servicio de Publicaciones 1ª ed., 1ª imp. (03/2005).








jueves, 17 de mayo de 2012

LOPE DE VEGA: un hombre contradictorio.


¿De la mujer como centro de sus pasiones al machismo doméstico?

¿La mujer propia ha de ser
de ingenio humilde y mediano,
no arrogante ni discreta,
que es insufrible trabajo;
porque con ingenio humilde
sujétase al hombre,
cuando es justo que le obedezca,
y en cualquier dudoso caso
veréis que sólo responde:
"mi marido lo ha mandado;
esto dijo mí marido";
y, aunque la hiciesen pedazos,
no la sacarán de aquí.
Mas si pica en lo delgado,
cuanto dijere el marido
se ha de hacer por lo contrario:
si la mujer ha de ser
para tratar el regalo
del hombre, basta que sepa
su lenguaje castellano.
Griega y latina, ¿a qué efecto?
si a sufrilla no acertamos
sabiendo sola una lengua,
que es la propia, ¿no está claro
que sabiendo cinco o seis
no podrá sufrirla un mármol?
Gentil discreción, ¡por Dios!,
ver a un marido en su estrado
asentado a Salomón,
y en la mesa estar hablando
un Aristóteles griego,
y tener de noche al lado
a Licurgo, a Cicerón
o a Tito Livio romano.

 La doncella Teodor, Lope de Vega, escrita entre 1610-1012

Como nadie él supo alabar a la mujer. No hay comedia donde no la ensalce de uno u otro modo. Escribió poemas con admirables referencias a su belleza, a sus dotes amatorias e incluso a la agudeza y a la buena disponibilidad para adquirir conocimientos. Pero si rascamos un poco en sus versos observamos que sus alabanzas tal vez sean interesadas. De él no se puede negar que era un coleccionista de amistades (como también de enemistades), además de un gran adulador.

Y si bien ensalzaba las virtudes de la mujer no dudaba en hacer lo contrario relegándola al papel de ama de casa.

Al igual que Tirso de Molina, Quevedo o Calderón de la Barca, Lope de Vega satirizaba los encuentros literarios de las mujeres en academias y reuniones. Pensaba que determinadas mujeres sí debían tener formación, pero que valían más para el matrimonio. Ese era su papel en la sociedad, la de casada. Y una vez casada, ilustrarse, estaba de más.

Escribe Arco que Lope “era enemigo declarado de la cultura libresca femenina: no por la cultura en sí, sino porque en el matrimonio hacía a las mujeres dominadoras e insufribles, y por esto él no pasaba”.

Enlace de interés en este blog:


Bibliografía:

  • Arco y Garay, Ricardo del: La sociedad española en las obras dramáticas de Lope de Vega. Madrid: Escelicer, 1942.
  • Fraile Seco, David: Mujer y cultura: la educación de las mujeres en la Edad Moderna. Foro de Educación, ISSN 1698-7799, Nº. 4, 2004.
  • Sánchez-Crespo Muñoz, Mª del Carmen: El personaje de Laura en “La Vengadora de las Mujeres”: Cultura, tradición y modernidad. Lope de Vega: Comedia urbana y comedia palatina. XVIII, Jornadas de Teatro Clásico, Almagro, 1995.
  • Vosters, Simón A.: Lope de Vega y las damas doctas.  Actas III, 1968.
  • Walde Moheno, Lillian von der: Lo esencial y lo arbitrario. Un acercamiento a La vengadora de las mujeres, de Lope de Vega. Nueva revista de filología hispánica, ISSN 0185-0121, Tomo 48, Nº 1, 2000.



domingo, 13 de mayo de 2012

LAS CALZAS (III) en el hombre del Renacimiento

En el siglo XVI se sigue manteniendo las calzas enteras, es decir, las de tipo leotardo. Aún así, a mediados de la centuria, se empieza a generalizar el uso de medias muy ajustadas en combinación con las bragas (calzas-bragas) y más tarde con las calzas «propiamente dichas». Se realizaban a punto de aguja (con lana e incluso con seda), siendo más asequibles porque se confeccionaban con más facilidad.


Calzas enteras ¿acuchilladas? Finales del XV-Inicios del siglo XVI. Epifanía, Maestro de Osma, Museo Arqueológico Nacional, Madrid (detalle)


Por los años 40 las calzas enteras sólo las usan aquellos que no quieren seguir la moda.  

La coronación de espinas, atribuida a Francisco de Comontes, Escuela toledana, 1530, Museo Catedralicio (Casa de la Contaduría), Cádiz (detalle) (imagen obtenida de: Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.

Calzas con bragueta abultada y terminadas a modo de polainas. El personaje que está detrás lleva las calzas caídas. Adoración de los pastores, retablo de San Vicente, Juan Vicente Macip (Juan de Juanes), hacia 1525-30, Museo Diocesano de Segorbe, Castellón (detalle)  


En la bibliografía consultada se habla de calzas enteras a la española, calzas picadas a la flamenca y calzas cortadas a la alemana. No hay explicaciones de cómo eran, o no las he encontrado.

En el primer tercio del siglo aparecen las calzas bandadas o a bandas que une dos o más telas distintas en color o en materia y que son cosidas en paralelo. Serían muy parecidas a las calzas bigarradas, pero como hemos visto en la entrada correspondiente estas últimas se decoraban con tiras. 


La burla de los soldados a Jesús, Retablo Mayor sobre la vida de Jesús, Giralte de Bruselas y colaboradores, entre 1512-151, Catedral de San Salvador, Oviedo (detalle) (obtenida en Internet, aunque ahora no encuentro dónde)

Calzas enteras bandadas. Decapitación de San Juan Bautista, Alejo Fernández, hacia 1525, Caylus, Madrid (detalle)

Calzas  bandadas. hacia 1530. El emperador Heraclio penitente entrando en Jerusalén con la Cruz a cuestas, escuela castellana, Museo Diocesano de Burgos, (detalle)

También las había, entre 1520 y 1535, acuchilladas con formas caprichosas (por cierto, moda que regresó hace unos cuantos años a nuestros pantalones), así como confeccionadas con formas variadas. Se seguía la moda alemana de lo estrafalario y por qué no decirlo, del mal gusto.

 Retablo Mayor, Martín García y Antón de Plasencia, 1537, Iglesia Parroquial de la Asunción, Sallent de Gállego, Huesca (detalle).


Calzas enteras con papos. Hacia 1545. Conquista Túnez, taller Willem de Pannemaker, Bruselas, 1549-1554, cartones de Jan Cornelisz Vermeyen (detalle)

Las «calzas» que no se ajustaban a las piernas era más común entre gente rural o modesta.

La gente de campo sigue usando las «calzas enteras», es decir, las que van separadas cada pernera, por lo que se llevaría con braguero o las medias-calzas (hasta las rodillas), y nunca ajustadas a la pierna.

Calzas enteras enrolladas por debajo de las rodillas. Con abarcas. 1516. Adoración de los pastores, Fernando de Llanos, Museo catedralicio de Murcia (detalle)


Para una mayor compresión del desarrollo que sufrieron las calzas y su terminología ver un resumen aquí.

Más imágenes en FACEBOOK

Enlaces relacionados en este blog:

LA BRAGUETA      

Bibliografía:

  • Astor Landete, Marisa: Valencia en los siglos XIV y XV. Indumentaria e Imagen. Colección "Estudis". Ayuntamiento de Valencia. 1999.
  • Bernis Madrazo, Carmen: Indumentaria medieval española. Instituto Diego Velázquez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 1956.
  • Bernis Madrazo, Carmen: Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos: II, Los hombres. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC 1975.
  • Bernis Madrazo, Carmen: Indumentaria española en tiempos de Carlos V. Madrid: Instituto Diego Velázquez (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC), 1962.
  • Vestiduras ricas: el monasterio de Las Huelgas y su época, 1179-1340. Revista de la Subdirección General de Museos Estatales. Patrimonio Nacional. Servicio de Publicaciones 1ª ed., 1ª imp. (03/2005).



jueves, 3 de mayo de 2012

LAS CALZAS (y IV) en la mujer desde la Edad Media hasta el Renacimiento


No se han encontrado referencias escritas o gráficas de las calzas o medias-calzas como una prenda de uso habitual entre las mujeres medievales (en el siglo XV si hay constancia de su uso como ropa interior). El hecho de que usaran túnicas, sayas y briales hasta los pies impide observar dicha prenda. 

En general las mujeres iban con las piernas al descubierto; la climatología ayudaba.

En escasísimas tumbas del siglo XIII se han hallado calzas a modo de leotardos, es decir, que iban desde la cintura hasta los pies (cosa que por aquellos tiempos no ocurría con las calzas de los hombres). El delantero y la parte posterior se cortaban en una sola pieza y se cosían. Un ejemplo de estas calzas son las de la infanta María en 1235 (hija menor del rey Fernando III el Santo, rey de Castilla y de León). Son de lino y su confección es muy sencilla. En la cintura se hacía unos ojetes por donde se pasaba una cinta (ver una imagen de las calzas en el trabajo de Amalia Descalzo sobre el ajuar de la Infanta).

Las calzas enteras, largas hasta la cintura y sofisticadas de los hombres del siglo XV, serán también usadas por las mujeres.


Imágenes (escasas y difíciles de encontrar) de calzas de mujer:

Santa Catalina de Alejandría disputando con los doctores paganos, Alonso de Sedano, H. 1485, Galería Bernat, Barcelona (Madrid)


 Retablo de El Salvador de Broto, Juan de la Abadía el Viejo, 1490-98, Museo de Zaragoza (detalle)


  Nacimiento de la Virgen, Pedro Berruguete, hacia 1490, Museo de la Abadía de Montserrat, Barcelona (detalle)

Melena cayendo sobre la espalda. Primer cuarto del XVI. El Baile de Salomé, Maestro Alejo, Palencia,  Galería Bernat, Barcelona (detalle)

Calza con chinela. El exorcismo de Eudoxia, Maestro de Los Balbases, hacia 1490, Iglesia de San Esteban de los Balbases, Burgos (detalle


Unas calzas particulares fueron las calzas moras o “al gusto morisco”. Esta prenda fue usada por los musulmanes, tanto por hombres como por mujeres, en el siglo XIII. Eran muy anchas y muy largas por lo que quedaban plegadas. Engordaban el perfil de las piernas. 

Serán usadas por algunas mujeres cristianas del siglo XV.

  Calzas moras en hombres del siglo XIII. Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, 1275, Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Madrid (detalle)

Calzas moras en mujer musulmana del siglo XVI. Original Das Trachtebuch Das des Christoph Weiditz von seinen nach Spanien und den Niederlanden,Nationalmuseum, 1529, Nuremberg,  Berlín (detalle)
 Mujeres y hombre musulmanes del siglo XVI con calzas moras. Civitatis Orbis Terrarum, segunda mitad del siglo XVI, obra editada por Georg Braun hogenberg II, dibujante Franz Hogenberg, Historische Museum de Frankfurt, Alemania (detalle).

Mujer cristiana con calzas moras o al "gusto morisco". Nacimiento de la Virgen, Maestro de Arévalo, hacia 1490-1500,  (detalle) (imagen obtenida aquí)

Y aunque las mujeres usaran las mismas calzas enteras que los hombres, ellas no las forraban con cañamazo por lo que nunca quedaban ajustadas. Además también las confeccionaban con paño. En general eran de color blanco.

Ya a mediados del siglo XVI se generalizó el uso del punto (cuyo coste abarató los precios) en lana y en seda siendo usada por todas las clases sociales.



Otros enlaces de interés en este blog:


Bibliografía:
  • Astor Landete, Marisa: Indumentaria e Imagen - Valencia en los siglos XIV y XV. Valencia.1999.
  • Bernis Madrazo, Carmen: Indumentaria Medieval Española. Instituto Diego Velázquez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 1956.
  • Bernis Madrazo, Carmen: Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos: I. Las mujeres. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC 1975.
  • Vestiduras ricas: el Monasterio de Las Huelgas y su época, 1170-1340. Revista de la Subdirección General de Museos Estatales. Patrimonio Nacional. Servicio de Publicaciones 1ª ed., 1ª imp. (03/2005).

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