Antonio Mingote
A LA VIDA DE LOS HIDALGOS POBRES
QUE SIGUEN LA CORTE
Al pie de un álamo negro,
y, más que negro, bozal,
pues ha tanto que no sabe
sino gemir o callar,
algo apartado de Esgueva,
porque el sucio Esgueva es tal
que ni aun los álamos quieren
dalle sus pies a besar,
estaba, en lo más ardiente
de un día canicular,
entre dos cigarras
que
le cantan el sol que fa,
un miércoles de ceniza
vestido de humanidad,
a cuya mesa ayunaran
los martes de carnaval:
un hidalgo, introduciendo,
en las cuchilladas, paz,
de un follado incorregible,
puesto que mayor de edad;
que la vejez de unas calzasdesgarros contiene más
que la juventud traviesa
del cantado Escarramán.
Repararlas pretendía,
si se pueden reparar
cuchilladas tan mortales,
con una aguja no más.
¡Mecánica valentía!,
bien que su temeridad
lo va entrando en un confuso
laberinto criminal,
donde fincará, no obstante
que con fin particular
envaine su dedo el mismo
dedalísimo dedal,
porque le ha mentido el hilo
y ha de quedarse, o andar
requiriendo a fojas ciento
las verdes bragas de Adam.
(…)
EL EROTISMO DE GÓNGORA
Esperamos esas otras "caras" de Góngora, tan conceptualista él...
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