La Visitación, Maestro de Miraflores, 1490, Museo del Prado, Madrid, España |
Es un perro, no hay duda. Pero su rostro, si los perros tienen rostro, es tan humano que en cualquier momento nos va a revelar por qué está sonriendo. Es un perro humanizado o un hombre animalizado. La broma facial, ¿involuntaria?, de un pintor que nos mira con ojos perrunos… o humanos.
Quizá a nosotros nos parece un detalle cómico, pero es muy probable que a los contemporáneos de la pintura les inspirara miedo, porque si de lejos sólo es un perro (nobleza, lealtad...), de cerca descubrimos una cara transfigurada riendo (el diablo?)
ResponderEliminarBuscando por Internet encuentro que el perro en el arte cristiano era el símbolo de la fidelidad. Del vasallo a su señor, de la mujer al marido. También un guardían. Personalmente creo que el pintor se inspiró en alguien que conocía... o fuera su autorretrato (de ahí que sonría tanto)
ResponderEliminarY mirando en "La naturaleza y sus símbolos" de Lucia Impelluso el perro simbolizaba la fidelidad, la devoción, la envidia, el mal, el olfato. Luego, Alicia, ese aire de diablo es posible.
ResponderEliminarQuizá lo que ocurre es ese desconcierto cuando descubres que ese pequeño e inocente perrito que simboliza bondades está transfigurado en un extraño rostro humano que ríe.
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