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Romancero
general
En
una aldea de corte
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En
una aldea de corte
Que
hace de á la corte aldea
Alojóse
un capitán
Mas
de paz que no de guerra;
Y
si de alguna podía,
La
guerra de amores era,
Que
era el extremo de gala
Que
tuvo la soldadesca.
No
hizo oficio de huésped,
Ni
salió como debiera ,
Pues
de la casa del suyo
Se
llevó la mejor prenda.
No
semejante al troyano,
Que
robó por fuerza a Elena;
Que
ella se fué de su gusto
Si
sabello dar no es fuerza,
Una
villana graciosa,
Del
huésped hija doncella,
Enamorada
de verle
Las
borlas de la gineta,
Y
las plumas de un sombrero
Pajizas,
blancas y negras,
Con
una cifra de plata,
Medalla
de la roseta:
Como
es propio de mujeres
Dejarse
llevar sin rienda,
Enamoradas
de plumas,
Que
es aire de su veleta.
Concertaron
una noche
Que
por una falsa puerta
Saliese
al cuerpo de guardia
A
dar el suyo sin ella.
Vestida
en hábito de hombre
vizarro
calzón y media.
Que por lo que de él sabia.
[....]
La
villana de las borlas
Con
la medalla de plata,
Que
se fue con el soldado
Enamorada
de lanzas,
Ha
vuelto ya de la guerra
Con
las armas destrozadas,
Y
de las muchas heridas
Viene
rota, y maltratada:
El sombrero trae frances,
Vuelta
la copa á la falda,
Con
una pluma de gallo
A
la valona terciada.
Por
roseta un mondadientes.
Y
por toquilla una banda:
Una
saltambarca rota,
De
puro saltar en barca,
Y
de la brea y resina
No
poco sacia la saya,
Que
quien anda por galera
Ha
de limpiar muchas tablas.
Una
camisa de angeo
Y
un alzacuello de palma
Una
gorguera de puntas
Almidonada
con grasa
Gran
copia de tabladeras,
Que
las más de ellas se rasgan
Despojo
de la victoria,
Cautivo
de las hilachas.
Un
zapato alpargatado
Sin
cairel, labor ni gala
Porque
era fino alpargate
Teñido
en sangre de vaca.
Solía
traer botines;
Pero
ya de puro cansada
Juró
de no los traer
Hasta
la vuelta de Francia.
Pudiera
ponerse ligas
Pero
faltaban las calzas,
Y
por ahorrar de sobras,
Empeñolas
por las faltas.
Las
faldas de la camisa
Bien
se puede llamar falda,
Que
son de sarga vieja
Toda
pintada de urracas.
Romancero general
En
su aldea una serrana
[....]
Que
en la guerra de españoles
todo
es ira, todo es veras,
todo
es vencer rebelados,
y
todo velar trincheras,
Esto
contaba mi tío,
que fue Sargento de Cuenca,
de los de puñal dorado,
y en la gorra pluma y perlas,
No me llamen remadora,
ni a mi cara blanca y fresca,
si yo no te fuere a ver,
mi soldado, aunque quieras.
En la tierra y en el mar
quiero, amigo, que se sepa
lo que mi amor ha podido,
y lo que pudo tu ausencia.
Esto dijo Ia Serrana,
y como partir se piensa,
trocó por unos urracos,
el capillo, y albanega,
Toca de gasa se puso,
lechuguilla y arandela,
y en el capote rizado
claveles de la joyera,
Iba en mangas de camisa
y encima de la muñeca,
encajes almidonados,
porque la mano blanquean,
En lugar de sus sartales,
pajiza
banda se cuelga,
enfaldase
sus vasquiñas
quizá
por mostrar las medias
que
eran de azul granadino
con
alpargates de seda
verde,
porque no de paso
sin
causas del bien que espera,
Un
sombrero boleado
con
un cintillo de perlas,
que
se las tiró su amigo,
y aun la derribo con ellas.
Asi
marcha la Serrana
al
paso que amor la lleva...
[....]
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