El búcaro era una vasija de
arcilla que servía para contener agua o perfume.
En el libro El Bodegón (Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores), doña Natalia Seseña, experta en
alfarería y loza española, nos explica en un excelente artículo el uso que tenía dichos recipientes, incluido el que le daba la nobleza (y
supongo que la alta burguesía): mordisquearla. O como ella dice, la «bucarofagia».
En el Siglo de Oro fue algo habitual comer arcilla roja por prescripción
facultativa en casos de trastornos menstruales y para la acidez de estómago. Además, entre la gente fina, se comía para conseguir una piel extremadamente blanca (la palidez, desde siglos, era signo de distinción y belleza). Seseña comenta que debía de haber algún elemento en la composición del barro que provocaba opilación (RAE: impedimento para el paso de las materias sólidas, líquidas o gaseosas en las vías del cuerpo (en este caso intestinal).
Si al búcaro se le añadía agua perfumada, los mordisquitos tendrían un sabor más agradable.
Si al búcaro se le añadía agua perfumada, los mordisquitos tendrían un sabor más agradable.
Seguramente
hubo alfareros que se especializaron en hacer búcaros para uso comestible.
Y según Seseña es posible que también se le añadiera alguna sustancia
placentera (todavía por conocer) que «incitaba» a su ingestión. Es decir,
que no sólo comían barro para curar determinados trastornos, sino también para
deleitar la mente. Un «caramelo» muy provechoso. O no.
Segunda mitad del siglo XVII. Josefa de Óbidos, Paço dos Duques,
Guimarães, Portugal (detalle) (imagen obtenida aquí)
Naturaleza
muerta, Josefa de Óbidos, Biblioteca Municipal de Braamcamp Freire, Santarém, Portugal (detalle) (imagen obtenida aquí)
1652. Antonio de Pereda y
Salgado, Museo del Hermitage, San Petersburgo, Rusia (detalle) (imagen obtenida
aquí)
1648.
Francisco de Palacios, Colección Harrach, en Schloss Rohrau, Austria (detalle) (imagen obtenida aquí)
Hacia 1650. Francisco de Zurbarán, Bodegón, Museo del
Prado, Madrid (detalle) (imagen obtenida aquí)
Segunda mitad del XVII. Juan de Zurbarán, Museo de Bellas Artes de Besancon, Francia (detalle) (imagen obtenida aquí)
Segunda
mitad XVII. Bodegón, Antonio Ponce, mercado del arte (detalle)
Primera
mitad del XVII. Las estaciones: verano, Francisco Barrera, mercado del arte
(detalle)
1656. Las Meninas,
Diego de Velázquez, Museo del Prado, Madrid (detalle) (imagen obtenida aquí)
Bibliografía
- Yanes Rizo, Emma (2013): La loza estannífera de puebla, de la comunidad original de loceros a la formación del gremio (1550-1653). Tesis para la Universidad Nacional Autónoma de México.
- Seseña, Natacha (2001): Rango de la cerámica en el bodegón. El Bodegón de Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores.
- E. Rovira, Beatriz (2010) : Los búcaros de las Indias para el mundo.Canto Rodado. 5.
- Fenández Díez, Raquel: Shailene Woodley: Una opilada en el siglo XXI
- Donoso Rodríguez, Miguel: Mujer y literatura femenina en la América virreinal.
- La cerámica del agua y su relación con la aridez
Y para saber más, la Geofagia (doy las gracias a mi amiga Olga por estas dos aportaciones):